Fotografías

martes, 4 de enero de 2011

Ouka Leele; la parte mística de la vida

Con un cochinillo con bombillas en los ojos colocado en la cabeza como sombrero y defendiendo la sublimación de lo doméstico frente a la crítica social. Así, de una manera tan rompedora y extravagante se presenta Ouka Leele al comienzo de su documental, dirigido por Rafael Gordon y presentado hoy, 25 de octubre, en el Museo Patio Herreriano de Valladolid.
La chica que fue partícipe de la movida madrileña de la mano de otros artistas como Ceesepe o Pedro Almodóvar, se ha ido convirtiendo a lo largo de estas dos décadas en un auténtico genio de la contemporaneidad.
A partir de los ´70 comenzó la actividad expositiva de la artista con la serie "Peluquería", en la que la pintora se basaba en el provecho sacado de los elementos cotidianos para crear piezas propias del movimiento más surrealista. Un pulpo o un teléfono en la cabeza conseguían el efecto sorpresa del espectador al comprobar la posible similitud entre elementos antes nunca combinados, sensación similar a la producida en la escena del cerdo que se posaba sobre su cabeza. Sus obras chocaban con lo anteriormente producido, pero en esos años se palpaba un incipiente cambio innovador en todos los aspectos sociales, algo que daría lugar a la movida ochentera, un movimiento social tan intenso como efímero y que muy bien encajaba en el contexto que las obras de Ouka Leele reclamaban.
Sus fotografías, después de pasar por la sala de revelado iban directas a sus acuarelas para darles aún más vida ya que no bastaba con el resultado fotográfico convencional; Ouka Leele creía preciso realzar sus obras con vivos colores para obtener un resultado todavía más singular y dotado de cierto inconformismo, sentimiento que quizás fuera lo que le llevó a romper con los cánones y a ahuyentarse de la simplicidad. Su objetivo era conseguir la expresividad máxima de sus trabajos; transmitir ese sentimiento universal que le invadía, reflejar sus más preciados recuerdos de la infancia, mostrar la importancia de la santidad de las cosas o plasmar el amor hacia su hija, intrínseco en algunas de sus obras. Siempre teniendo en cuenta el presente como único tiempo posible, ya que desde él se puede cambiar el pasado y el futuro, por lo que ahora es el único instante para ella.
En 1987 la fotógrafa tiene la osadía de parar el tráfico en la plaza Cibeles, movilizando a media ciudad para realizar su "Rapelle-toi Barbara", fruto de su inspiración en el cuadro de "Atalanta e Hipómenes ", escena que llevó a la realidad haciéndola en carne y hueso en medio de la fuente de la diosa Cibeles.
La misticidad, lo doméstico, el miedo, el afán de superación, el contacto con la naturaleza, las ganas de vivir, son conceptos que se expanden a lo largo de su magnificente obra, la cual tiene su culmen en 300 metros cuadrados que componen el muro de su jardín metafísico; una metafísica que hace a Ouka Leele ir más allá de este mundo, indagar en su yo más profundo y manifestar así el lado más creativo de su alma para que de esa manera pueda dar a conocer al público una nueva y extraordinaria versión del arte.



Ouka Leele
Ouka Leele. Foto extraída de: www.flickr.com

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