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miércoles, 2 de marzo de 2011

La mutilación genital femenina; un atropello a la condición como mujer




Foto extraída de www.flickr.com



¿Qué es la FGM?

La mutilación genital femenina es un claro abuso de los derechos humanos de la mujer. Pese a la obviedad de esta definición, existen hoy en varios rincones del mundo mentes retrógradas que lo consideran una manifestación cultural de algunas tribus, como la de los masais. La FGM (Female Genital Mutilation), es una práctica que consiste en la “extirpación total o parcial de los genitales externos de las mujeres”. Se trata de un acto normalmente ligado a la etnia y no a la religión como muchas veces se cree, ya que el Corán no alude en ningún momento a la mutilación genital femenina. Se trata pues de un acusado etnocentrismo por parte de los grupos que lo realizan, queriendo basar sus principios y sus hábitos en la propia definición de su etnia, sin ningún ápice de racionalidad al respecto.

Una práctica machista y retrógrada

La siguiente frase es una prueba de la inexistencia de lógica por parte de quienes defienden esta antigua costumbre “La escisión constituye un intento de conferir un rango inferior a las mujeres al señalarlas con esta marca que las disminuye y que es un recordatorio constante de que sólo son mujeres, inferiores a los hombres, de que ni siquiera tienen ningún derecho sobre su propio cuerpo ni a realizarse física o espiritualmente...” Tomás Sankara, presidente de Burkina Faso 1983-87.

En aquellos años, la ONU no intervino para eliminar esta práctica y simplemente decidió esperar a que el sector femenino protestara. A partir de ahí muchas mujeres comenzaron una lucha para intentar conseguir el cambio; una lucha que ha requerido constancia, tesón y paciencia, ya que pese a los avances conseguidos, actualmente sigue habiendo en torno a dos millones de mujeres al año que son expuestas a esta práctica marcada por una ideología machista que a día de hoy se queda obsoleta.

Es en 1992 cuando la Organización de las Naciones Unidas considera por primera vez que efectivamente la ablación va contra los derechos básicos de la mujer, dándole así a este problema la cobertura legal que venía requiriendo.



Algunos datos importantes sobre la mutilación genital femenina

A lo largo de la historia, entre 100 y 140 millones de mujeres se han sometido a la ablación femenina, de las cuales 90 millones son africanas.
Sobre todo se lleva a cabo en el Noreste del continente y en el cuerno de África (Eritrea, Etiopía, Somalia), siendo este último país el único que no ha ratificado las convenciones donde se declara el abuso de derechos que supone la mutilación genital femenina.

En África, en 18 de los 28 países donde se realiza la FGM, se han establecido leyes que lo consideran delito criminal y lo penan con cárcel. Incluso el reglamento español pena la FGM con entre 6 y 12 años de cárcel, presentando un carácter extraterritorial.


Posibles soluciones al conflicto


Adentrándonos en el ámbito de la lucha, el activismo femenino surgió paulatinamente pero supuso un cambio que abrió un camino de esperanza. Mujeres como Efua Darekenoo, directora del Programa contra la Mutilación Genital Femenina de la ONG internacional Equality Now, o Agnes Pareiyo, directora de la Organización Comunitaria Masai Tasaru Ntomonok Innitiative en Kenia, ejemplifican esta pugna en contra de la ablación con su constante trabajo y sus proyectos, tanto de acción como de sensibilización.

En cuanto al papel del gobierno en las regiones donde existen casas de acogida para apoyar a las niñas que están expuestas a la realización de la ablación, el gobierno ofrece el cuerpo de policía local para controlar su situación. Del mismo modo, se ha establecido una Oficina de Cooperación y Protección de los Niños, eso sí, el gobierno no aporta ninguna financiación económica.


Education is Power


Volviendo a la figura de Agnes Pareiyo y más concretamente a sus palabras, “la clave para luchar es la educación”. A más educación, más fortalecimiento del desarrollo personal, y a su vez, más capacidad para saber diferenciar lo que está bien de lo que no es tan correcto.
El enriquecimiento educativo fomenta el cambio de mentalida en estas sociedades, de manera que así ya no se pueden quedar anclados en las costumbres etnocéntricas ya anticuadas.

La educación es poder para inculcar la idea de que una acción que implica dolor no puede considerarse cultura. Pain is not culture. Sin embargo y desgraciadamente, algunas disciplinas siguen manteniendo firme la postura de que esta práctica es manifestación cultural, mientras que en realidad está dañando directamente la integridad de las mujeres y violando los derechos humanos. Esta idea se transmite a las jóvenes en el Tasaru Ntomonok Innitiative, con Agnes Pareyio a la cabeza, “una mujer africana que un día visitó Occidente vestida con sus ropajes típicos kenianos, pañuelos y pulseras de colores, pero con una deportivas Fila, símbolo del capitalismo necesario para caminar en el mundo occidental. Los colores de su vestimenta reflejaban la riqueza cultural de su país de origen y la libertad. Sus deportivas, atadas, la anclaban a la tierra. Sus pañuelos, sueltos, la invitaban a volar.”


Äfrica
Foto extraída de www.flickr.com

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